Palíndromo
William Morris

Desde los tapices de William Morris

Eduardo Yael ♌
24 de marzo de 2023
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William Morris
( 24 de marzo de 1834 - 03 de octubre de 1896.)

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El nudo del presente parece poco fiable cuando buscamos reflejos inefables, nuestros escenarios derruidos por la inflación y nuestra poca empatía por los otros me someten hacia el desconcierto, mi esperanza por un mundo más fértil disminuye. Llevamos pocos días desde que se abrió la primavera; una primavera tornasol donde el calor hace sus cotas máximas para que luego de diez minutos nos bañe una lluvia ácida con un arcoiris reluciente. Por eso ha venido una pregunta, ¿dónde podremos amarrar nuestra realidad? Sucede que me he sentido sin tiempo, fuera de sincronía y pienso en uno de los períodos históricos que menos tengo en cuenta: la segunda mitad del s. xix. Siento que sus contemporáneos se sintieron igual de grises y ese nihilismo encontró dentro de la ironía un lenguaje para sobrepasar y referir la ausencia. No es menor que el sarcasmo sea una de las figuras que aún emparentamos de manera forzada con la inteligencia y las figuras encumbradas; parece que eso y algo más tenemos como herencia de ese período. Claramente siento miedo por ese transcurso histórico porque previeron nuestro presente que carece de términos y mediaciones, nuestro presente se abre como una edad media que no tiene una Roma que saquear y tampoco una Santa Sofía que conquistar. Especialmente, podría hablar que Nietzsche me causa estupor. Hace años sentí lo mismo por el poeta Mario Santiago Papasquiaro pero al ver que mi vida se aceleraba al mismo ritmo de una tragedia parecida a la suya, decidí borrar cualquier proyectil hacia su figura. Siento lo mismo con Nietzsche, me provoca escozor su literatura, su pequeña figura que intenta desplegarse más de lo que puede abarcar con su genealogía sin tiempos complejos. Me da miedo su figura porque temo tener una vida igual de incompleta que la suya. Por ello casi no volteó hacia esos largos y últimos cincuenta años del xix, aun cuando Mallarmé señaló una estela de regreso sin mencionar eternidades. ¿Pero por qué pienso en lagos y en el tiempo? (aquí el error fue estimado), ¿Por qué quiero amarar mi barca en ojos que no me pertenecen? Yo sé la respuesta pero esa aguja entreteje otras consideraciones. El origen principal es que hace un año descubrí a una de las figuras que me permiten desatar mi anudado resquemor por la segunda mitad del s. xix, un período que claramente tuvo amantes y sonrisas, y esa figura me desenvuelve hacia una complexión más genuina de este período pues su trabajo comprende una refinada atención al detalle junto a una precisión artesanal dentro de una economía industrial que desdeñaba las inventivas y las fantasías. Siento que uno de mis nuevos santos será William Morris.

La bella Isolda (1858), William Morris.

Mi primer acercamiento lo tuve en el año 2021. Me encontraba buscando imágenes sin derechos (obvio soy un negrero), y en Unsplash encontré la cuenta del Birmingham Museums Trust con diversos tapices que me sorprendieron. Me invadió la nostalgia al descubrir especialmente uno: era un lienzo azulito ornamentado con pavorreales y dragones. Lo descargué y sin darme cuenta, estaba formando cierta identidad con correspondencias medievales, impresos incunables y dragones. Fue hasta el año pasado que descubrí de quién eran esos tapices que utilicé sin reparo y con toda la intención de reproducirlos en mi sitio: William Morris los había elaborado.

William Morris recubre ese medio siglo sin caer en los números cerrados: nació el 24 de marzo de 1834 y murió el 03 de octubre de 1896. Sus labores describen la extensa inventiva que fue desarrollando en su vida: poeta, traductor, novelista, arquitecto, impresor, pintor, diseñador de interiores y editor. Su espectro es indudablemente más amplío de lo que se podría describir en estos renglones. Aunque durante su juventud sufrió un acoso escolar que seguramente le hizo ensimismarse durante un tiempo, su entorno social mejoró al crecer junto a artistas como Dante Gabriel Rossetti, Edward Burne-Jones, Philip Webb, Ford Madox Brown entre otros. Queda imaginar la asombrosa trepidación que sufrió ante la aparición de Jane Burden. Tanto Dante Rossetti como William Morris quedaron automáticamente prendados ante su ambivalencia de tonos entrecruzados; fue Morris, quizá por tener una mezcla de visionario y poeta, que se casó con Jane Burden. Con la estela de todos ellos se entrecruzan las rutas que desencadenaron el movimiento Arts and Crafts y la melancolía intachable de la hermandad prerrafaelita.

Jane Burden

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