Palíndromo
Cubierta Dança

Cubierta de Dança de la Muerte Palíndromo, 2021.

Carta del editor en forma de prólogo mientras danza

El editor
Abril, 2021

❂ Prólogo de 'Dança de la Muerte' ❂

Danza Medieval El oscurantismo de la Edad Media parece ser consecuencia de ideas ajenas a este período histórico. La concepción de un medioevo único suele ser un recurso fácil para designar temporalmente a un transcurso con una complejidad de mil años. No olvidemos que el tiempo es un concepto difícil y su acepción requiere la abstracción para aproximar una definición. El transcurso lineal del tiempo se mide por cifras: centurias, años, días o segundos son los encargados de establecer las distancias con el presente. Mayor complejidad se presenta al definir el tiempo desde las expresiones literarias, pues no existe una forma cuantitativa que pueda determinar cifras mediante el seguimiento de una obra. Por ello, anteriores al tiempo acudimos a la ficción. En la ficción el pacto es hablar del invierno para que el transcurso frío se nos vuelva una estación con el tiempo. La Edad Media nos presenta un caleidoscopio diacrónico, cada interpretación sobre los acontecimientos y temporalidades que le conforman revelan más acerca de los encuentros de nuestra mirada que una fundamentación única y estable; tenemos objetos materiales del medievo y, por fortuna, varios manuscritos nos iluminan con textos que gestan su audacia y resisten. Ya sea que aceptemos la distancia abismal de mil años con la Edad Media o acudamos a develar los registros de sus obras para explorar su vigencia, el lector tiene un camino libre sin restringirse a la idea de una Edad Media oscura, ignorante y llena de lugares arbitrarios. El verdadero oscurantismo está presente en todos los tiempos, disfrazado de caracteres que marcan interpretaciones unívocas a dinámicas bajo la línea abierta del tiempo. No olvidemos que junto a la concepción de un universo ordenado, la Edad Media se acompaña de materias sobresalientes como los estudios de filosofía natural, la alquimia, la astrología y las ciencias especulativas; cada una llenaría grandes compendios al seguir los cruces que derivaron hacia la conducta que mantenemos con el conocimiento actual.

¿Por qué voltear hacia un libro viejo, lleno de un español astillado? ¿Por qué editar un libro medieval en formato digital? Claramente habría que atender primero al título; el nuestro es incorrecto, la versión resguardada en la Biblioteca del Escorial ostenta en su frontispicio: La Dança general de la Muerte. Nuestra propuesta no intenta romper con nada, fue una decisión editorial omitir lo anterior porque sentimos que Dança de la Muerte convida de forma más general al lector. Mencionar lo anterior no es menor, reincidimos en que no se trata de una ruptura; supone una derivación. Justamente la Dança de la Muerte no se restringía a seguir una única representación, su escena tomaba elementos de otras danzas medievales; derivando y cambiando las voces de los personajes, los tiempos musicales que le acompañaban y las diversas formas que incitaban hacia la catarsis colectiva. Ejemplos de estas expresiones son las angustiosas procesiones de flagelación y las danzas ominosas, ambas contagiaban de frenesí a los espectadores y ambas determinaron el desenlace de las danzas macabras como un tópico medieval prominente.

Danza Medieval Sabemos que la Dança de la Muerte fue una expresión performativa antes de migrar hacia la textualidad. El manuscrito de la Biblioteca del Escorial mantiene un registro oral distinto al de las sociedades medievales; la formación métrica en arte mayor nos habla de una labor de transcripción por parte de amanuenses cabales; no sólo se escucha el bullicio vivo de quienes representaron a los personajes en las danzas medievales, también encontramos la intención de establecer un orden mediante la paridad de los diálogos entre la Muerte y sus invitados. La estructura métrica de sus octavas es llamativa pues el orden de los últimos cuatro versos es permutativo; sus estrofas de arte mayor traslucen un carácter cercano a las octavas reales que resguardaron textos para cantar fabulaciones o alegorías de viaje.

No olvidar que junto con la aparición de las danzas macabras, la sociedad medieval fue testigo de diversas epidemias que produjeron cismas en su comunidad. La peste negra como designio fatal tuvo consecuencias en el comportamiento, su propagación no reparaba el orden jerárquico que habían mantenido las esferas sociales, contravenía con la inversión del universo. Transposiciones que son rasgos en la Dança de la Muerte; por ejemplo, frente a la figura femenina de la Muerte, todos los personajes con voz son masculinos y apelan a otra entidad femenina: la piedad. En cada acotación donde el personaje medieval interactúa, encuentra la mediación de la muerte; intervención que se refleja en los resquicios de lo cotidiano, transformando la mirada de una sociedad que acude a su postrimería. Volteamos hacia la Dança de la Muerte pues su vigencia es latente. Esta danza reúne el temperamento de una sociedad frente a la fatalidad, conjunta el orden mediante el ejercicio didáctico y su representación mantiene el carácter esencial de un ejercicio colectivo. La sociedad medieval sabía del ineludible llamado a danzar con la muerte; por más argumentos y soslayos de los personajes, la Muerte responde certera a cada reclamo pues reconoce cada uno de los vínculos con la vida.

Danza Medieval Nuestra edición se acompaña con ilustraciones extraídas de diversos manuscritos medievales. Dentro de estos textos, coincidimos con los amanuenses medievales al interpretar al libro como un universo. Es decir, en estos manuscritos la función de las ornamentas y los personajes alrededor del texto no son meras destrezas de los copistas o escribas, son una propuesta de animar algo fijo, ofrecer un sitio habitable donde la arquitectura se despliega armónicamente con la fauna (a veces conformada por un bestiario fantástico; otras, por animales que acrecentan sus símbolos), junto a escenas de una sociedad medieval que nos mira desde su dimensión textual. Intentamos no traicionar lo anterior, presentar una propuesta metafórica sobre una alegoría requiere olvidar protagonismos y seguir la mano de quienes reescribieron esta magnífica representación de una de nuestras fragilidades humanas.

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